“Palos de ciego” cumple dos años


“Lo esencial (…) es hallar en la literatura de nuestros antepasados un filón que nos exprese plenamente, que sea cifra de nosotros mismos, de nuestros anhelos más íntimos, de nuestra más abyecta realidad. Lo esencial es retomar esa tradición e insertarse en ella; aunque haya que rescatarla del olvido, de la marginación o de las manos estudiosas de polvorientos eruditos. Lo esencial es crearse una sólida genealogía. Lo esencial es tener padres”.
Javier Cercas, El móvil.


Aunque la cita anterior pertenezca a una novela Javier Cercas, la idea expresada en boca de su narrador-protagonista bien podría atribuírsele a Borges, que en su ensayo “Kafka y sus precursores” (Otras inquisiciones) señala la misma idea: “El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro”.

Es también la idea expresada por Juan Gabriel Vásquez en su ensayo “Malentendidos alrededor de García Márquez” (El arte de la distorsión), cuando afirma que “en el intento por subvertir la jerarquía existente, el nuevo novelista crea una nueva jerarquía”.

Así pues, es una opinión consolidada y extendida en el gremio de los que se dedican a martillear teclas, la necesidad ineludible de reconocer la deuda que les une a la tradición para “crearse una sólida genealogía”.


Cuando empecé a publicar mis “palos de ciego” hace dos años, mis principales referencias fueron las columnas literarias de novelistas españoles como Javier Marías (“Zona fantasma”), Antonio Muñoz Molina (“Ida y vuelta”), Rosa Montero (“Lecturas compartidas” y “Maneras de vivir”), Javier Cercas (“Palos de ciego”), Mario Vargas Llosa (“Piedra de toque”), Manuel Rodríguez Rivero (“Sillón de orejas”) y Elvira Lindo (“Don de gentes”).

Aunque sería injusto dejar de mencionar en esta somera lista la epistemología de la extrañeza de Juan José Millás, la sarcástica ironía de Manuel Rivas, la vena cómica de Eduardo Mendoza, los diagnósticos y retratos en prosa de Manuel Vicent, la incisiva sutileza de Maruja Torres o la sátira irreverente de Arturo Pérez-Reverte.

Por deformación profesional, también he frecuentado los artículos de filósofos que suelen publicar en prensa, como Fernando Savater, Manuel Cruz, Emilio Lledó, Javier Gomá Lanzón, Félix de Azúa o Adela Cortina. Y aunque no los leí en el momento de su publicación en prensa, también he leído con fruición los artículos de Julián Marías que se han editado posteriormente en diferentes recopilaciones.

No sin razón, algunos lectores me han afeado que tomase prestado de forma insolente y descarada el epígrafe con el que Javier Cercas publica sus columnas para el nombre del blog. Pero no miento cuando digo que la determinación de utilizar este nombre no fue el recurso a un plagio tan torpe como cobarde, sino a la simple y pura elección de un título que reflejase el espíritu de aquellos textos que revoloteaban en mi cabeza desde hacía tiempo sin decidirse a ver la luz.

De aquella decisión de “salir del armario” y crear un blog cultural en el que publicar periódicamente artículos relacionados principalmente con la literatura y la filosofía, además de algunas digresiones personales, acaba de cumplirse dos años.

Vista desde la distancia temporal, sobre aquella idea germinal de utilizar la red como plataforma para ofrecer al público textos breves y personales, solo puedo decir que sigue siendo un proyecto con sentido gracias a la generosidad de los lectores.

Comentarios

  1. Al leerte me preguntaba si yo sería capaz de parir un proyecto sin leer tanto como has leído,sin escribir como tantos de esos que describes. Tu segunda onomástica, felicidades. Una vela, un deseo..un saludo.

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