Publicación de "Ninguna tregua al olvido"

Dados los tiempos que corren, en gran medida inciertos y perjudiciales para el mundo editorial, publicar un libro tiene algo de inconsciencia y mucho de osadía.

Aún así, uno no puede evitar dedicar buena parte de su tiempo a aporrear teclas con la esperanza de que el resultado final sea, si no memorable, al menos digno de ser leído por otros.

Y lo hace no por el hecho de encontrar cierto reconocimiento público, ni siquiera por satisfacer alguna vanidad oculta, sino movido por la convicción de que dedicarse a emborronar páginas es uno de los vicios más embriagadores y estimulantes de esta vida. Una determinada forma de “estar-en-el-mundo”, en palabras de Heidegger, sin aspavientos ni algarabías, apostando por el trabajo constante, silencioso y honesto.


Hace poco, un grupo de amigos que presumimos de compartir esta filosofía de vida, tuvimos la oportunidad de publicar y presentar un libro conjunto titulado Proesías (Textos para tiempos mejores), una especie de continuación o vuelta de tuerca de otro libro publicado el año pasado que lleva el nombre de Papiromanía (Textos para tiempos difíciles).

Esta nueva aventura literaria nos llevó recientemente a visitar la Feria del Libro de Madrid en calidad de autores, además de aprovechar la ocasión para disfrutar gozosamente como entusiastas lectores.
Ahora, uno no puede dejar de congratularse por la publicación de este nuevo libro en solitario, Ninguna tregua al olvido (Noventa consideraciones intempestivas), de la editorial Eutelequia, que se suma al tomo anterior, Sísifo merece ser feliz.

Si publicar un libro en estos tiempos es una señal de osadía, publicar dos ejemplares con tan poco margen de tiempo podría interpretarse como un síntoma indiscutible de locura, o al menos de obstinada temeridad. Pero es que las casualidades incontrolables y los plazos a menudo caprichosos del mundo de la edición, han querido que ambos libros se hayan publicado con la diferencia de unas escasas semanas.

Aún así, uno espera que los lectores sepan disculpar este despropósito impensado y se sigan interesando por lo que uno hace “sin esperanza, pero con convencimiento”, como diría Ángel González. Con el convencimiento de que escribir es una manera como cualquier otra de intentar reconocerse en el espejo de lo que uno hace.



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