Borges, por él mismo (1ª parte)


«Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son lo que me ha querido y olvidado;
espacio y tiempo y Borges ya me dejan.»
Jorge Luis Borges, El otro, el mismo



En los últimos años de su vida, Borges concedió numerosas entrevistas en las que hablaba tanto de su vida como de su trayectoria literaria. Tan prolífico llegó a ser en este género, que existen numerosos libros de entrevistas publicados, así como otros tantos programas de radio y de televisión.    
En estas entrevistas, Borges se muestra extremadamente afable y abierto, se deja interpelar sin reticencia por las preguntas del entrevistador, y suele responder con esa ironía suya tan peculiar, seguramente una máscara que en el fondo esconde a una persona extremadamente tímida y retraída.
A lo largo de esas conversaciones, se desgranan algunos de los temas que más apasionan a Borges: la comparación de la belleza con la sencillez; la metáfora de la vida como sueño; su escepticismo en cuestiones religiosas; su rechazo del tango como música que representa lo argentino; el sentimiento amoroso como una constante a lo largo de su vida; su desdén por la política y por los políticos; el papel de la ceguera en su trayectoria literaria; su creencia en el valor como responsabilidad cívica.   


De su infancia recuerda la biblioteca de su padre, que lo incita a leer por puro hedonismo, sin imponer ningún tipo de lectura. Una de esas lecturas que más le atraen son las que contienen ese caos ordenado que representan los tomos de las enciclopedias: considera que su contenido misceláneo es idóneo con la naturaleza fragmentaria de su obra y con su tendencia a la dispersión.
No resulta nada complicado ni extraño imaginarnos al joven Borges ensimismado ante los anaqueles poblados de los tomos inabarcables de la Enciclopedia Británica, que es la que más le gusta, dejándose seducir por las historias que cuentan.

Responder a la pregunta quién es Borges resulta difícil hasta para el propio autor. Sin embargo, él mismo señala en numerosas ocasiones que de su obra miscelánea se pueden salvar algunos relatos y poemas.

Sus relatos favoritos son “Ulrica”, “Funes, el memorioso” y “El libro de arena”. Y entre sus poemas predilectos se encuentran “Everness” y Spinoza”. Con una ferocidad de crítico literario, Borges considera que el resto de su producción no es más que la sucesión de borradores que tuvo que escribir para culminar estas obras.
Para los lectores asiduos de su obra, no deja de resultar sorprendente que Borges no se considere a sí mismo como el artífice de un corpus sólido, constante, orgánico, a pesar de la coherencia del conjunto.

Él piensa, sin embargo, que sus “artificios” -como le gustaba denominarlos- apenas se componen de fragmentos que tratan de aproximarse a la obra definitiva, pero sin llegar conseguirlo nunca.



Para seguir profundizando:
Borges, por Ricardo Piglia (Clase 1):

Borges, por Ricardo Piglia (Clase 2):





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